¿Te ha pasado?
Terminas algo que te costó esfuerzo: una presentación, una carrera, un buen regalo para tu hijo. Estás satisfecho y feliz.
Hasta que alguien al lado tuyo lo hace mejor. O más rápido. O más brillante.
Y entonces tu logro ya no es suficiente. La alegría se evapora. Tu medalla de plata se siente más como un fracaso que como una victoria.
No eres…