Hoy tienes 1,440 minutos. Pero no todos valen lo mismo. ¿Cuántos vas a sentir realmente?
Los griegos tenían muchas palabras para el tiempo, pero dos sobresalen.
Chronos, el tiempo que se mide: minutos, meses, relojes, calendarios.
Kairós, el tiempo que se siente: la tarde que se hace eterna, el año que desaparece sin aviso, el minuto que contiene una vida entera.
Uno es cantidad. El otro, cualidad.
Uno se mide. El otro se vive.
El Tiempo Que Devora
Chronos es el tiempo que conocemos mejor. El de los calendarios, las alarmas, los tiempos estimados de llegada. Es cuantitativo y preciso. Es el tiempo de la productividad, de las métricas, de la eficiencia.
En la mitología griega, Chronos era el titán que devoraba a sus propios hijos por temor a ser destronado. Qué metáfora más perfecta…nuestro Chronos moderno también devora: devora conversaciones profundas por reuniones de cinco minutos, devora cenas tranquilas por comida rápida, devora el silencio por notificaciones constantes.
Si revisas tu teléfono cada cinco minutos, vives en Chronos.
Si sientes ansiedad cuando no sabes qué hora es, vives en Chronos.
Si comes mientras trabajas para "no perder tiempo", vives en Chronos.
Si tu primera pregunta en una reunión es "¿cuánto va a durar?", vives en Chronos.
Vivimos obsesionados con optimizar este tiempo, pero Chronos, por naturaleza, siempre se nos escapa. Nunca sentimos que tenemos suficiente.
El Tiempo Que Se Siente
Kairós es diferente. No se mide con números. Es el tiempo subjetivo, el tiempo interior, el tiempo que se expande y se contrae según lo que estamos viviendo.
Si pierdes la noción del tiempo leyendo un buen libro, vives en Kairós.
Si una conversación de dos horas se siente como diez minutos, vives en Kairós.
Si te quedas despierto viendo las estrellas sin importarte la hora, vives en Kairós.
Si dejas que una cena con tu pareja dure lo que tenga que durar, vives en Kairós.
Kairós no tiene prisa. No se puede acelerar ni programar. La intensidad importa más que la duración. Cinco minutos de Kairós pueden marcar más que cinco años de Chronos mal vividos.
Es el tiempo donde realmente habitamos, aunque pocas veces le prestemos atención.