El Faro del Griego

El Faro del Griego

El niño que voló más alto que cualquier humano en la historia

Dos maneras de leer el mito de Ícaro y Dédalo.

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Cleon el Griego
nov 14, 2025
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Dédalo era el inventor más brillante de Grecia.

Construyó el laberinto de Creta, esa prisión impenetrable donde vivía el Minotauro. Pero el rey Minos no era tonto. Sabía que quien construye un laberinto también sabe cómo salir de él.

Y tenía razón.

Cuando Teseo llegó a Creta para matar al Minotauro, Ariadna—la hija de Minos—se enamoró de él. No quería que muriera en el laberinto. Así que le pidió ayuda a Dédalo.

Dédalo le dio un ovillo de hilo. Simple e inteligente. “Que lo ate a la entrada. Que mate al monstruo. Y que siga el hilo de vuelta.”

Teseo mató al Minotauro. Escapó y se llevó a Ariadna con él.

Minos descubrió quién los había ayudado.

Y encerró a Dédalo. A él y a su hijo Ícaro. Los metió en una torre alta.

Dédalo pasó meses observando a los pájaros desde la ventana. Y pensó: si no podemos salir caminando ni navegando, saldremos volando.

Juntó plumas. Miles de plumas. Las unió con hilo y las pegó con cera. Construyó dos pares de alas.

El resto….es historia (¿o es mitología?):

El mito de Ícaro y Dédalo.

Cuando estuvo listo, le dijo a Ícaro:

“Escúchame bien, hijo. No vueles muy bajo o el mar mojará las plumas. No vueles muy alto o el sol derretirá la cera. Sigue mi ruta. Mantente en el medio.”

Ícaro asintió.

Se pusieron las alas. Saltaron.

Y por primera vez en la historia, dos humanos volaron.

Al principio, Ícaro hizo lo que su padre dijo. Siguió la ruta. Mantuvo la altura.

Pero entonces sintió el viento. El aire abriéndose bajo sus brazos. La costa alejándose. El mar achicándose allá abajo.

Ningún humano había sentido eso antes.

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