Cómo estar agradecido si tu vida es un desastre
Dos tipos de gratitud.
La gratitud se volvió contenido.
Abre Instagram. Alguien compartió su diario de gratitud. Tres cosas lindas escritas con caligrafía perfecta: “mi café de la mañana,” “el sol en la ventana,” “mi pareja que me apoya.”
Desliza un poco más. Otro post. “Diez cosas por las que estoy agradecido hoy.” Todo positivo y luminoso. Todo cuidadosamente seleccionado para encajar en la narrativa de una vida bendecida.
La gratitud ya es un producto más en el mercado de la mejora personal. Algo que debemos hacer para sentirnos mejor con nosotros mismos, para subir nuestras “vibras,” para manifestar abundancia.
Pero increiblemente, nunca se pregunta lo evidente: ¿qué escribes cuando tu vida es un desastre?
¿Qué pones en la lista cuando perdiste el trabajo? ¿Cuando la relación terminó mal? ¿Cuando tu cuerpo dejó de funcionar como antes? ¿Finges? ¿Escribes “al menos tengo salud” cuando claramente no la tienes?
La gratitud moderna te pide que seas selectivo. Agradecer lo bueno y archivar lo malo. Distinguir entre “lo que merezco” y “lo que me tocó injustamente.” Sonreír ante la cámara mientras guardas el dolor para después.
Eso no es gratitud…
Hay dos tipos de gratitud.
La primera es gratitud superficial: transaccional, selectiva, condicional.