Siempre me han atraído las historias que duelen: las que hablan de pérdidas, de lo irreparable.
Y siempre me he preguntado, por qué? ¿qué es lo que hace que las historias tristes sean las más hermosas?
He recopilado cinco historias de personas comunes, escritos en pocas líneas, que comparten el momento más significativo de sus vidas.
Estas historias me incomodan, porque me obligan a confrontar algo que prefiero evitar: que las más grave oscuridad puede incluir momentos de luz.
1. El momento más feliz en el peor lugar
“El momento más feliz de mi vida sigue siendo ese segundo, aplastado bajo un carro de 2000 libras, cuando me di cuenta de que mi esposo y mi hijo de nueve años estaban fuera del vehículo y completamente ilesos.”
Esta mujer no experimentó alivio a pesar del accidente, lo experimentó por el accidente. Dos mil libras de metal encima, y aun así encontró una claridad brutal: ellos estaban bien.
Pensamos en la felicidad como ausencia de dolor. Esta historia demuestra lo opuesto.
Sufrir en sí mismo no es bueno. Pero la manera en que interpretamos nuestro sufrimiento tiene un papel importante en nuestra felicidad.
2. La nota que salvó una vida
“Hoy, en mi cumpleaños número 47, leí otra vez la nota de suicidio que escribí a los 27, dos minutos antes de que mi novia llegara a decirme: ‘Estoy embarazada.’ Honestamente, ella fue la única razón por la que no lo hice. De repente sentí que tenía algo por lo que vivir. Hoy ella es mi esposa desde hace 19 años. Y mi hija, que ahora es una estudiante universitaria de 19 años, tiene dos hermanos menores. Cada año leo esa nota como recordatorio de agradecimiento: tuve una segunda oportunidad.”
Cada cumpleaños, este hombre toca su herida más profunda. Lo hace porque sabe que esa carta de suicidio es un recordatorio de lo frágil que es la vida. Y un recordatorio de su supervivencia.
La misma oscuridad que casi lo mata…ahora le da esperanza cada año de vida.
A veces casi perdemos todo y, en el proceso, ganamos la capacidad de valorar lo que tenemos.